lunes, 14 de julio de 2014

Oficios Perdidos, El Barbero


Son las cinco de la tarde, miércoles, por la calle Larga nos dirigimos al Cerrito en busca de la calle El Sol, Juan Boné no espera en el portal de su casa, hace unos años era “La casa del barbero”.
Nos sentamos en un banco de piedra, a Juan lo tenemos en el medio, hablamos del tiempo, una nube gris avecina tormenta, caen las primeras goticas; pero el alero del tejado hace de paraguas natural  y nos resguarda a los tres.
Desde El Cerrito se contemplan bonitos rincones adornados de geranios y parras que trepan por las fachadas, las calles están tranquilas, algún gato se pasea sigilosamente, el silencio es inminente.
Juan nació en la masía del Osal en el año 1929, a lo largo del tiempo son varios los oficios que ha desempeñado, agricultor, pelar pinos , esquilar ganado a tijera y barbero; éste último cabe destacar por ser un oficio que se ha ido perdiendo a lo largo de las últimas décadas, tal vez por las nuevas tecnologías de hoy en día.
Antiguamente la barbería estaba en la calle del Horno, en casa de Sergio, él era el practicante del pueblo, asistía en los partos, te sacaba una muela o dos, las que hicieran falta y además, también era el barbero del pueblo, afeitaba y cortaba el pelo.
Juan tenía unos 12 años, junto con otros muchachos acudía a casa de Sergio para aprender el oficio de barbero. Su servicio era el de ayudante, a la vez que aprendía le echaba una mano a Sergio, pues los fines de semana la clientela era numerosa, todos mozos quería ponerse guapos.
Le ayudaba los viernes por la tarde, el sábado todo el día y el domingo hasta después de misa. La función de Juan, era la de remojar la barba. Con una brocha empapada en jabón espumoso y agua, la extendía por toda la barba, de esta forma el jabón lubricaba la piel y en el momento del afeitado la navaja se deslizaba mejor protegiendo de cortes e irritaciones. Algunos clientes, venían con barbas de tres semanas, el remojar era muy importante y la navaja bien afilada para poder doblegar pelos tan resistentes. Una vez las barbas estaban remojadas, el cliente pasaba al sillón donde Sergio lo esperaba con la navaja de afeitar y así finalizaba la operación.
¿Después del afeitado utilizaban alguna loción, colonia o masaje?
"El masaje que lo de la mujer en casa"  Esta frase de Juan nos hizo reír muy a gusto.
A los 15 años, Juan, también se dedicó al esquilo, aprendió este oficio con el Tío Nelo, y con el abuelo Baltasar.
El esquilo se iniciaba el 1 de junio en el pueblo de Caudiel (Castellón), después El Pobo y Ababuj, los traslados los hacían andando, 10 y 12 horas de camino, terminaban en Valdelinares para el 25 de julio, así de regreso a Nogueruelas hacían escala en Linares de Mora para celebrar las fiestas patronales en honor a Santa Ana.
Pasaban la noche en la masada donde se realizaba el esquilo, teñadas o pajares, la comida la facilitaban los que encargaban el servicio.
Sergio, después vivir unos años en Nogueruelas se trasladó a Alfambra, lo recuerdan como una gran persona a la cual todo el pueblo apreciaba mucho por su labor profesional.
Juan, después de contraer matrimonio con Isabel, se trasladó a vivir a la calle del Sol Nº 1, donde fundó su propia barbería y peluquería, su dedicación era a ratos, más bien por las tardes al terminar las tareas agrícolas.
En aquella época  muchos eran los hombres que iban a la barbería, un corte de pelo en el año 1941-42 costaba aproximadamente unos 50cts. Los que se afeitaban pagaban una “iguala” (cuota anual que permitía afeitarse una vez por semana durante un año), el corte de pelo se pagaba  en el momento de realizarlo.
Durante casi todo el siglo XX las peluquerías fueron sólo para hombres o sólo para mujeres, ahora son mixtas. Las barberías se convirtieron en peluquerías. Nos cuenta Juan, que en los últimos años se dedicó más a cortar el pelo, con el progreso casi todos vecinos tenían en su casa una máquina de afeitar, permitiendo un afeitado rápido y cómodo, aunque no un afeitado tan apurado y tan perfecto como la navaja del barbero ¡Y qué pulso más preciso!
Cuando veas las barbas de tu vecino afeitar pon las tuyas a remojar Refranero Español
La barbería era centro público de reunión, lugar en donde  se contaban las noticias y chascarrillos que pasaban durante la semana, incluso se realizaba  hasta algún negocio de compra y venta.
Juan abre un armario de madera colgado en la pared  de su entrada y nos muestra con nostalgia y cariño sus instrumentos de trabajo, la brocha, la navaja, el peine… etc. Los que le conocen dicen que sus manos manejaban la navaja con buen pulso y precisión y las tijeras con una gran destreza.
Por el año 2010, Juan dejó de prestar este servicio, aunque siempre se colaba algún familiar o algún vecino para que le rasurara un poco el pelo.
Le preguntamos si había alguna moda a seguir en los cortes de pelo, nos dice que no, los muy mayores al raso, muy punchoso, lo más jóvenes con la raya al lado o peinado hacia atrás, no muy corto.
Conversar con Juan, en ese banco de piedra sentados y en un rincón tan acogedor ha sido una tarde muy entrañable, que hemos querido expresar con estas palabras.
-         ¡Juan! Nos vamos, muchas gracias por estos momentos y nos vemos pronto.






Nuestro agradecimiento a: Juan Boné Boné

                                                                       
Entrevista publicada en la revista número 18 Asociación cultural "El Tres de Copas" Nogueruelas (Teruel) Junio 2014
Textos y fotos: Mª Pilar Ventura Catalán y Otilia García Zafón. Socias nº314 y 313.





1 comentario:

  1. Gracias, Pili, por publicar relatos como este.
    No nos damos cuenta de que el tiempo va pasando hasta que se nos ha ido alguien cargado de experiencia y sabiduria. Y entonces nos arrepentimos de no haber compartido más tiempo con él.
    Tú has tenido esa visión y la iniciativa de conservar, en el papel
    lo que está destinado a irse con el tiempo.
    Salud que tengas para seguir tu camino. Caminante.

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