29 de Noviembre de 2009
Sobre Ruedas
¡Qué invierno más largo!..En el desván. Los tornillos
me presionan, estoy deshidratada. El polvo oculta mi pintura azul plateada
donde se lee: BH.
La puerta del desván se abre, una sombra, unos pasos…es
él. Me acaricia con un trapo hasta sentirme brillante.
-
¡Tres en uno! Qué
sensación más agradable.
-
¿Y ese ruido?
¡Bien! El bombín.
Salimos
a pasear, la mañana es espléndida y el sol brilla intensamente. Entre risas, varios
niños corretean por la calle.
Un avión de papel nos adelanta, planea suavemente
impulsado por el viento. Muy cerca, vislumbro un objeto rojo de forma
hexagonal, unas letras blancas en el fondo, STOP.
No mires el avión… frena, frena… por favor.
De
pronto se hizo de noche. Él, salió volando, muy lejos. En la misma dirección
que el avión de papel. Yo, mientras
tanto, quedé sumergida bajo el cárter de un Land Róver beige amarillento. Una
gota de aceite negra y viscosa, me hizo volver en sí.
Pasaron varios inviernos y alguna primavera hasta que nos
volvimos a ver. Recuerdo aquella mañana, se abrió la puerta del desván y a penas
le oí, pero sabía que era él. Me hallaba en un rincón, doblada y algo oxidada. Mi
compañía, un reloj sin cuerda, una radio sin botones y un radiador sin cable.
Pasó a mi lado y me observó unos minutos. Con un ligero movimiento de sus manos, mi pedal izquierdo
comenzó a dar vueltas. Giró sobre sus ruedas sentado en su silla de aluminio. Salió
del desván. Mi pedal se fue parando poco a poco, por un momento me hizo sentir
muy feliz.
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