martes, 21 de julio de 2015

Entrevista a: Pedro "El Pastor"



Pedro “El Pastor”
…así es cómo le conocemos amigos y vecinos de Nogueruelas, su pueblo actual.
Pedro Solsona Marco, nació el 10 de junio de 1927 en el Mas de Las Cuevas, término de Linares de Mora. Sus padres, Miguel y Antonia, formaron una familia numerosa, de nueve hijos, Pedro ocupó el séptimo lugar.
Su experiencia en el pastoreo fue temprana, a los ocho años de edad,  ya guardaba el ganado por los alrededores del pueblo. Varios días de la semana asistía a la escuela de Linares de Mora, para  aprender “letra”. Su entusiasmo y dedicación por la agricultura y ganadería, estaba por encima de los estudios; la sierra y el ganado era su pasión.
Tras fallecer los padres se marcharon de Linares, cada hermano tomó un rumbo diferente en la vida. Pedro, se fue de pastor varios años a Las Lomaritas,  después de mediero al Mas de Guarque, de Valdelinares. Su años de juventud los pasó en la Masía del Cardo, de Linares de Mora, hasta que conoció a Teresa Redón y se enamoró de ella, se casaron y el destino los llevó a Nogueruelas.

En Nogueruelas fue pastor de la Dula hasta que se jubiló. Dulero, al igual que Manuel Solsona Baselga. La Dula, es la agrupación de pequeños rebaños (seis u ocho ovejas) de diferentes vecinos del pueblo. El pastor era el responsable de cuidar de la cabaña ovina durante el día. El Ayuntamiento proporcionaba los pastos. De madrugada, el pastor emitía un sonido con un cuerno de toro y de esta manera los vecinos sabían porque calle se andaba y así añadir las ovejas al rebaño. Un toque de cuerno, significaba que el pastor se hallaba por el Cantón, dos o tres toques, por las calles de abajo. Al terminar la jornada y regresar al pueblo, no era necesario ningún toque de cuerno, cada oveja sabía a qué corral tenía que dirigirse. Instinto animal.

Los meses de verano se trasladaban a la sierra a las cotas más altas. Pequeña trashumancia. Evitando el calor y buscando un pasto más generoso y de mejor calidad. Pedro, subía todos los días a la sierra andando, con el paso de los años, otros ganaderos que iban de paso lo trasladaban en su auto. La época invernal transcurría en Nogueruelas.

-Pedro, ¿Utilizaste alguna vez la bicicleta para desplazarte? Aún ha de ser la primera vez que la monte- Esta expresión nos hace reír.

-¿Qué fiestas celebraba el pastor?- La festividad más importante del pastor era el día de San Pedro, el 29 de junio. Las fiestas de Santa Ana, el 24 de julio, siempre eran muy deseadas. También se tenía por costumbre, el 25 de marzo, realizar los cambios de una masada a otra si al masovero le convenía más como mediero. Los vecinos con sus caballerías ayudaban en la mudanza. Y para San Juan, 24 de junio, se comenzaba el esquilo.
La vida de pastor, es muy sacrificada, errante, nómada de valles y montañas. Todos los días del año expuestos al destino de la climatología más adversa y agreste de esta Sierra de Gúdar.

-¿Dónde te refugiabas cuando una tormenta te sorprendía en el monte? – Dejaba que las ovejas pasasen delante de mí y ellas solicas acudían a resguardarse al Corral de los Frailes. Mi refugio…cualquier lugar.

-¿Y el invierno? –El invierno se me hacía eterno. La indumentaria de ahora no era la de aquellos años. Se pasaba mucho frío. Unos pantalones de pana, viejos y piazados, una chambra, la manta al hombro y unas albarcas que no entrabas en calor en todo el día.

-¿Qué tipo de madera utilizabas para hacer un gallato? – La mejor madera, la de latonero, la de sarga también es  flexible y resistente. La rama se calienta al calor del fuego, de este modo se le da forma al asa, doblándola con un cordel, 10 o 12 días de reposo y terminado el gallato.

-¿De qué raza eran tus ovejas?- Entonces no había una raza definida, eran pequeñas y muy resistentes, una oveja fuerte, aclimatada a este terreno difícil, buena para el pastoreo y de una capacidad lechera importante.
Las ovejas según la edad tienen una definición distinta.  ¿Recuerdas Pedro, el orden?
- Cordera, desde que nace hasta los seis meses. Borrega, de los seis meses hasta el año. Primala, de uno a dos años. Borra, de dos a tres. Andosca, de tres a cuatro años. Randosca, de cuatro a cinco años. Igualada, de cinco a seis años y Vieja, a partir de los seis años.

- ¿Cuál es la época de más trabajo? –En primavera, cuando empiezan a parir y en el verano con el esquilo. A veces te parían en cualquier escondrijo de la cumbre, partos de dos y tres cordericos, los acarreabas bajo el brazo hasta el redil más cercano.
….una tarde una oveja se puso de parto, las cosas se complicaron y el cordero no salía del vientre de su madre. Pedro, tiró de las patas y consiguió que diera a luz un precioso corderico. Lo dio por muerto en sus manos, no respiraba. Lo arrimó a un ribazo. Teresa, no se dio por vencida y lo cogió en sus brazos, le limpió restos de placenta del rostro, abrió la boca y lo reanimó con pequeños soplos de aire. Minutos después, la vida regresó  a su pequeño cuerpo. Teresa, nos cuenta este relato con mucha dulzura y sentimiento. A partir de aquel día siempre fue muy apreciado.

-Pedro ¿Cuéntanos alguna anécdota? – Nunca olvidaré el día que se extraviaron unas ovejas en la sierra. Mi intención, agruparlas en dos corrales, eran muchas cabezas, y de esta forma contarlas individualmente. En el primer corral conté el primer hatajo, me pasé al segundo corral y contar el resto, con tan mala suerte que al entrar dentro y cerrar la portera, me vi sorprendido por una vaca roya,  bravísima  y de buenas dimensiones. Salió con cierta prisa y me agarró del tirante de la camiseta. La ayuda de mi perra Cati fue de gran valentía, clavó sus colmillos en el rabo de la vaca y los tres salimos del corral apresuradamente, hasta que me arrojó contra un portillo. Fue más el susto que los dolores, cuatro rasguños y unas cuántas moladuras, pues eso… otra historia para contar.
Cati, era una perra dócil, inteligente y un guía excelente para conducir el hatajo.

 Teresa, nos vuelve a seducir con sus recuerdos:
Mi hijo Miguel, dormía en la cuna mientras yo estaba con la faena de la casa. Se despertó y lloraba con desesperación, ensimismada en mis quehaceres no oí ningún lamento. La cuna era de mimbre, de las que se balanceaban. De repente, pensé en Miguel, fui a su habitación y mi sorpresa fue ver a Cati balanceando con sus paticas la cuna de mi hijo, lo tranquilizó y Miguel dormía plácidamente-
Con este emotivo relato, termina esta simpática biografía de Pedro y Teresa. Nos han mostrado fotografías de cuando eran más jóvenes, nos han hecho reír con sus anécdotas divertidas, reflexionar con sus pensamientos y valorar aquellos años  de su vida, en los que se vieron tantos trabajos para salir adelante; siempre con el buen hacer, la sencillez, el respeto mutuo y esos valores que se transmitían de padres a hijos.

Muchas gracias.

                                                                                            

    
                                                                                        
                                                                      Pili Ventura Catalán
                                                                      Otilia García Zafón

  Colaboración con la Asociación Cultural "El Tres de Copas" de Nogueruelas. JUNIO 2015-  REVISTA Nº 19






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